Luego continuamos hacia el mercado central, donde la mayoría de los puestos (como en todo Bolivia) están regentados por cholitas. Las cholitas son las mujeres fruto de la mezcla entre los Aymara (indígenas de la zona) y los colonos españoles. Por esa razón, durante mucho tiempo estuvieron un poco discriminadas. Las cholitas son fáciles de reconocer ya que siempre van vestidas con una vestimenta característica: falda con bajo-falda que les da volumen (más caderas = más capacidad de tener hijos = fertilidad), camisa con chaqueta de lana y sombrero. Llevan el pelo muy largo y siempre llevan dos trenzas. Daniel nos explicó que a los hombres Aymara, lo que más les gusta de las mujeres son sus gemelos (curioso…). Como más anchos y fuertes se vean los gemelos, más sexis para ellos. Según él, es por eso que las cholitas llevan falda. La tradición de las cholitas es como una religión. Solamente la mujer con abuela y madre cholita, puede ser cholita. Si sin embargo, eres mujer de familia cholita y no quieres vestirte así, estarás renegando de tus raíces y, una vez has tomado esa decisión, no podrás volver a vestirte de cholita nunca más. Si una mujer no es cholita y se viste como ellas, lo considerarán una falta de respeto.
Aunque son una mezcla, las cholitas siguen la filosofía Aymara: «no robarás, no mentirás y no serás vago». Así que, aunque no lo necesiten, ellas siguen vendiendo sus frutas en el mercado, su comida callejera y su artesanía. No es correcto quedarse en casa sin trabajar.
Continuamos caminando hacia el centro, dirección a la iglesia de San Francisco. Una iglesia católica construida por los colonos, pero con algunos símbolos indígenas en su fachada. Los católicos lo hicieron para «simpatizar» con los nativos y que les facilitará el trabajo de catolización de los mismos.
Entramos al Mercado Lazna, un mercado realmente feo con estética de parking de coches, donde venden comida para llevar, bebidas y también hay pequeñas tiendecitas.
De allí caminamos por la calle Comercio (la calle más comercial como su nombre indica ) hasta llegar a la Plaza Murillo, la plaza donde se encuentra el Parlamento, el Palacio del Gobierno y la catedral de La Paz. Es una plaza bonita, con mucha vida y alguna zona verde. Y palomas, muchas palomas. En esta plaza hay 3 cosas curiosas:
1. El reloj del parlamento: un reloj en el que las horas están puestas al revés y su aguja gira hacia la izquierda. Ese reloj fue instalado por orden del Presidente Evo Morales, quien consideró que el reloj actual era una imposición y decidió crear un reloj que girara en la misma dirección que el sol. Que en verdad, si lo piensas tiene sentido, ya que es como un reloj solar pero con números, y al final, nuestras horas están basadas en la luz del sol….
2. Banderas del Palacio Presidencial: de su balcón ondean la bandera Boliviana, la bandera Whipala que es la bandera de siete colores usada tradicionalmente por las etnias de los Andes, y la bandera del mar, que representa la demanda de Bolivia ante Chile sobre una salida al mar (Chile invadió el puerto de Antifagasta en 1879).
3. Monumento al Presidente Villaroel: presidente boliviano al que el pueblo ejecutó colgándolo de una farola en la misma plaza. Hay un monumento en su honor justo delante de esa farola, ya que depués se arrepintieron de lo ocurrido (al parecer no era ta malo).
Desde allí, Daniel nos llevó a un bar llamado Sol y Luna, donde nos invitaron a un chupito de una especia de licor tradicional mezclado con jugo de naranja.
Allí Daniel puedo hablar abiertamente de política boliviana y de su Presidente, Evo Morales. El primer presidente indígena de la historia de Bolivia. Como ya nos había explicado bastante gente, la mayoría del pueblo Boliviano no está muy contento óptimamente con su Presidente. Evo Morales lleva gobernando Bolivia 12 años. En teoría, en Bolivia solo se puede gobernar en 2 mandatos consecutivos, pero el equipo de Gobierno de Evo Morales supo cómo evitar eso. En su primer mandado (de 4 años) Evo Morales cambió el nombre oficial del país (de Estado de Bolivia a Estado Plurinacional de Bolivia( y también cambió la bandera (incluyendo una representación de las diferentes comunidades indígenas del país). Cuando Morales terminó su segundo mandato – el cual fue de 5 años, ya que cambió la ley -, alegó que las primeras elecciones que él había ganado habían sido en otro país, un país que ahora no existe (el Estado de Bolivia) y que ahora se encontraban en el Estado Plurinacional de Bolivia, por tanto solamente llevaba un mandato. Legalmente tenía razón así que se volvió a presentar a las elecciones y las volvió a ganar. Actualmente se encuentra en su tercer mandato real y segundo en el Estado Plurinacional de Bolivia y, en teoría, no se puede volver a presentar a las elecciones que serán en el 2019. La idea de Morales es seguir en el poder, así que en el 2017 decidió organizar un referéndum para votar la supresión de la ley que limita los mandatos. Sin embargo, el pueblo votó NO y en principio no se podría volver a presentar. Aún así, parece ser que al Presidente no le gustó el resultado (esto me suena) y está en proceso de la creación de la ley para poder presentarse otra vez, le guste o no al pueblo. Esto demuestra que un Gobierno puede empezar muy bien (escuelas, becas, ayudas a la natalidad, a los más necesitados,…..) pero tanto tiempo en el poder corrompe. Total, aún no se sabe qué va a pasar.
Ahí terminamos el tour y nos fuimos a dar una vuelta por el inmenso mercadillo que hay entre la estación y el centro. Es curioso ver cómo, tanto el mercadillo como en las calles de La Paz, todos los comercios están agrupados por gremios. En una calle hay todas las peluquerías, en la otra todas las ópticas, y así sucesivamente. Nosotros fuimos a la búsqueda y captura de telas de Aguayo por metro. Unas telas muy coloridas que las Cholitas usan para cargar objetos o sus bebés. Puedes encontrarte mujeres cargando inmensos paquetes en la espalda envuelto en tela de Aguayo y colgado del cuello. Lo mismo con los bebé, el portero se inventó en Bolivia.
La mañana siguiente nos levantamos pronto para estar a las 7am en «No Fear» para ir hacia la Carretera e la Muerte. Allí nos entregaron el equipo (cubre ropa, guantes, casto, coderas y rodilleras) y nos fuimos a desayunar a una cafetería cercana (incluido en el precio del tour). Hacia las 8:30h salimos de La Paz y a las 10h ya estábamos en el inicio del sendero. Como comentamos más arriba, el precio del tour depende de la bici que elijas, así que aseguraros que os den la bici que habéis pasado. A Gisela le dieron una de otra marca y le vendieron la moto diciéndole que era una equivalente. Como no tenemos mucha idea de bicis y vimos que estaba bastante bien, no quisimos discutir antes de empezar. El inicio de la Carretera de la Muerte está asfaltado y está abierto el tráfico a coches y camiones. Es bastante guapo ya que al hacer todo bajada y en asfalto coges bastante velocidad. Este trayecto es de unos 22Km y hay que ir bastante al tanto con los coches, ya que ellos también bajan a mucha velocidad. Al terminar esta parte, volvimos a cargar las bicis en la furgoneta, nos entregan el snack (Sandwich, plátano, chocolatina, agua o coca cola) y nos fuimos al inicio del sendero sin asfaltar. Ahí empieza la verdadera aventura. Un sendero de tierra y piedras, a la derecha te queda la montaña y a la izquierda acantilados de hasta 900m de altura. Todo bajada, la velocidad a la que bajes es criterio personal, pero cuanto más rápido, más adrenalina. Y si te pilla en época de lluvia como a nosotros, aún se dificulta un poco más. El camino tiene agujeros, charcos y alguna que otra cascada que cae al camino con mucha agua. También se cruzan 3 ríos, los dos primeros los podrás cruzar subido a la bici, el tercero imposible. El agua te llega por encima de las rodillas y es imposible pedalear. A demás, se nos puso a llover un rato cosa que dificultó bastante más la visibilidad (que ya era difícil porque había mucha niebla). La verdad es que si os gustan los deportes de aventura o de riesgo, es una actividad súper recomendable, nosotros nos lo pasamos genial. Éramos un grupo de unos 15 y llevábamos 3 guías, unos delante, uno detrás y otro que iba haciendo fotos y vídeos.
Después de unos 35km llegamos a un pueblito donde pudimos sacarnos la ropa empapada y tomar una cerveza bien fresca. ¡Más que merecida! Cuando llegas abajo te duele todo debido a la tensión de las últimas 2 horas.
Desde allí, la furgoneta nos llevó a un hotel donde tomamos una comida tipo bufete que estuvo bastante bien (bebida no incluida) y donde podías bañarte en la piscina y tomar una ducha de agua caliente.
Llegamos a La Paz hacia las 19h y estábamos reventados, así que nos fuimos directos al hotel a cenar y dormir.
El último día en La Paz lo dedicamos a pasear por la ciudad y visitar las zonas que no habíamos visitado con el tour. Cogimos el teleférico – 3b/persona – hasta la parte alta de la ciudad. El proyecto de los teleféricos (si no me equivoco hay 4) lo impulsó el Gobierno hace unos años para facilitar la movilidad en la ciudad. La verdad es que es medio de transporte muy necesario para una ciudad que está totalmente inclinada. Estamos seguros que la gente que vivía en la parte alta de la ciudad nunca bajaba al centro por no volver a subir esas cuesta, y al revés. El teleférico es un medio de transporte ecológico, silencioso y muy limpio. Nosotros tomamos el teleférico rojo, que es el que llega a la parte más alta de la cuidad desde donde hay una vista panorámica de toda La Paz. Tiene una parada en medio del trayecto, a la altura del cementerio, donde se puede bajar también.
De bajada, Tolo se comió uno de sus queridos choripanes y Gisela una empanada (casi adicción). Llegamos al hostal para recoger nuestras mochilas cuando pasó algo curioso: llegó una pareja de chilenos y pidió el precio de una habitación. La recepcionista, muy amablemente, les indicó que el precio de una habitación matrimonial con baño privado era 100b/ noche.
Gisela lo escuchó, dejó que terminara con los chilenos y le preguntó a la recepcionista la razón por la cual a los chilenos les cobraba ese precio cuando nosotros habíamos pagado 120b/noche por una habitación con baño compartido. Como buena boliviana, la recepcionista empezó a decir que eran dos camas (mentira, les había dicho que era una cama doble), luego que sí la habitación era más pequeña, bla, bla, bla…. Luego nos dijo que a nosotros se nos había cobrado 120b porque vinimos con un taxi y que el hotel tienen un convenio con los taxistas para que se lleven una comisión si traen a huéspedes (de ahí que el taxista se bajara tan amablemente al hotel a preguntar si tenían disponibilidad…). Aceptamos. Ok, podíamos aceptar que la primera noche (que llegamos en taxi) nos cobrará 120b debido a su convenio, ¿y las otras dos noches?. Fuimos decidiendo día por día que nos quedábamos un día más y esos días veníamos a pie. Le pedimos el libro de tarifas oficial – no tenía. Hablar con el encargado – no estaba. Así que le dijimos que no nos moveríamos de allí sin una explicación lógica. La recepcionista, al ver que éramos más testarudos que ella, decidió llamar al encargado, el cual parece ser que le dijo que se trataba de un error y que nos devolviera 40b (20b por las dos noches que llegamos a pie). Está claro que igualmente nos estaban estafando, porque a los otros chicos les cobraba el mismo precio por un baño privado, pero tiramos la toalla, era inútil seguir discutiendo con ella. Así que una recomendación: si vais a La Paz, no os quedéis en el Hostal Isla Bonita porque os cobrarán lo que les dé la gana.
Nos marchamos hacia la termina de autobuses desde donde queríamos coger el bus hacia Uyuni (cuarto intento). El precio del billete La Paz-Uyuni eran 150b/persona. Nos pareció bastante caro y nos acordamos que desde Oruro los billetes a Uyuni salían por solamente 25b, así que pedimos cuánto costaba un billete La Paz-Oruro y eran solamente 30b/persona. La Paz-Uyuni 150b/persona vs La Paz-Oruro-Uyuni 55b/persona. Estaba claro. A demás, si cogíamos el bus directo, llegábamos a Uyuni por la noche y deberíamos pagar un alojamiento allí. En cambio, desde La Paz llegábas a Uyuni hacia las 17h y podríamos coger un bus hacia las 20h hacia Uyuni, que llegaría allí hacia las 2am y sabíamos que nos dejarían dormir en el autobús hasta las 7h de la mañana. En resumen, una alternativa mucho más económica, quizás unas 3h más larga, pero el coste valía la pena.
Compramos un par de bocadillos en la estación y nos subimos al bus a las 13:30h. A las 16:30h estábamos llegando a Oruro. Dimos un paseo por los alrededores de la terminal, compramos cena para comernos en el autobús (pollo con arroz y patatas fritas – no busquéis nada más porque no lo hay) y salimos en dirección a Uyuni a las 20:30h.
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